INTROVISIONES Por Miguel Grinberg

 


 

 

Durante muchos años he ofrecido numerosas charlas sobre una vasta gama de asuntos, tratando de expresar y exponer visiones de mundos posibles, sendas hacia la plenitud y clarificación de alternativas en medio de la descomposición del mundo contemporáneo.

 

He sido siempre bien recibido y gran parte de lo testimoniado quedó registrado en la Internet, en diarios, revistas y libros. A disposición de gente que no tuvo la oportunidad de escucharme en el lugar de las exposiciones originales. Abundan las fuentes de información con dicho material.

 

Han sido temporadas de siembra intensa durante las cuales se fueron enhebrando amistades, nuevas solidaridades y propuestas generadoras de situaciones originales. Así nacieron –entre otras– las revistas Eco Contemporáneo y Mutantia, la Multiversidad de Buenos Aires, la Red Nacional de Acción Ecologista, la Meditación Holodinámica, programas radiales múltiples, y decenas de alianzas personales.

 

Pero algo no cierra entre tanto apasionamiento sembrador: una y otra vez compruebo que gran parte de la gente que se ha aproximado a tantas proposiciones lo ha hecho como espectadora y no como protagonista de iniciativas tangibles. Más como testigos que como participantes. Es decir, no supieron ni saben qué hacer cabalmente con la información recibida. Como coleccionistas de “buenas noticias” que no llegaron a incorporar a sus vidas cotidianas las ideas, los ejemplos, las visiones.

 

No se trata de una limitación argentina. La he verificado durante mis viajes por las Américas, desde los tiempos de la Nueva Solidaridad poética de los años Sesenta hasta el Pacto Ecosocial de América Latina más adelante. Gente que asiste, entiende, simpatiza… pero que no modifica su presente condicionado y sigue reproduciendo los matices de un Sistema Explotador que les come la vida de modo atroz.

 

Ser un pensador de vanguardia conlleva este tipo de experiencia recurrente: te entienden pero en general se quedan en el molde, regresan siempre al marco de referencia tradicional donde se siguen comportando como consumidores y contribuyentes según los parámetros salvajes de la Sociedad de Consumo y del mercantilismo depredador que flagela a multitudes en todas partes. No asumen el papel de pioneros necesarios de modalidades más afines al cambio y a la evolución de la especie humana.

 

Son tiempos de confluencia y renovación. De inauguración y alabanza. Aunque la multitud argentina sigue absorbiendo los vacíos multicolores que emanan de la TV hipnótica y de una caravana de espectáculos masivos ofrecidos incesantemente para matizar la ausencia de reales situaciones de solidaridad, innovación y creatividad compartida.

 

 

 

La única unanimidad universal es la luz. No tiene dueños ni administradores. Por consiguiente, hay muchas latitudes de experiencia y de sabiduría en el orbe. No todas son compatibles. No todas son confrontacionales. Hay gente que vive en el pasado y hay gente que vive en el futuro. Hay gente que vive en el efímero presente. Hay otra gente que vive en el eterno presente y hay mucha gente que no vive, apenas dura. Entre sí dan la impresión de pertenecer a planetas distintos. En ocasiones es así. En ocasiones no: así como en el organismo humano hay diferentes funciones (las células del hígado cumplen funciones hepáticas y no rivalizan con las células nerviosas) (y viceversa), del mismo modo sucede en la Tierra y en el Cosmos.

 

Conspiraciones y Logias secretas hubo siempre. Cada una con su proyecto hegemónico. No obstante, hay en marcha algunas germinaciones espirituales que no son patrimonio de los Grandes Piratas. He allí un atractivo punto de inserción. Apto para almas en sintonía con un porvenir inserto en el momento actual. La oscuridad no tiene poder propio: es ausencia de luz.

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