El Tornado de 1947 por Carlos Romano

 


Para hablar de este tema, tendríamos que ubicarnos en la época, es decir tratar de pensar una ciudad muy diferente, con pocas casas y no todas de material, con varios terrenos libres, con muchos más árboles y campos con variedad de vegetación. Con la precariedad de un barrio en formación, en construcción. Con una gran cantidad de inmigrantes, y un gran abanico de nacionalidades, la mayoría provenientes del otro lado del Atlántico. Gente trabajadora, humilde, pero muy solidaria, y mucho más en la urgencia de una catástrofe.

Nadie sabe el por qué de una tragedia, mucho más aún cuando se trata de una mala pasada de la naturaleza, quizás para algunos, esto que pasó fue una prueba de fuego, para los que tuvieron la suerte de pasarla, los que la pueden contar, pero para aquellos que desgraciadamente desaparecieron fue un principio y un final de una tormenta sin precedentes en nuestro barrio. El tornado se llevó varias vidas, muchos niños, o al revés muchos de ellos quedaron sin padres, huérfanos de la desgracia. Además, y esto en estos casos es lo que menos importa, el daño material: Viviendas, muebles, animales, algunos testigos cuentan que algunas vacas, caballos y cabras fueron a parar al Riachuelo, el paisaje era desolador, y algunas escenas impregnadas de suprema angustia.

 

“Numerosos muertos, muchísimos heridos y cuantiosos daños materiales produjo la violentísima tromba terrestre, cuyas trágicas consecuencias tan hondamente han afectado a numerosos hogares…”, así encabezaba la noticia el periódico ilustrado “AHORA” (Año XII - Nº1362 - 8 de febrero de 1947). “La madrugada del jueves 6 de febrero de 1947 transcurrió en horas amargas para Buenos Aires, cada rayo de luz alumbraba un cuadro nuevo de macabra visión. Pareciera como si dantescas escenas de un mundo extraño hubieran sido transportadas hasta esos pedazos de tierra, donde la vida transcurrida hasta hace horas, sin otra preocupación que el trabajo de los hombres para lograr un modesto pasar para sus hogares, y la inquietud de las mujeres por ver a sus hijos rebosantes de alegría con los escasos medios a su alcance”. Contaba el cronista de AHORA: “A cada paso se tropieza con el dolor, ya un niño que llora llamando a su madre, un hermano, un padre, un… y así en todas partes. Marchando por caminos fangosos, salvando el peligro de los hilos eléctricos cortados al derrumbarse los postes, caminamos de un lado a otro para darnos siempre con un cuadro tan trágico como el que dejamos atrás. A veces pensamos que no puede ser, rechazamos la horrible visión, queremos ahogar la queja que tenemos a flor de labios, y a nosotros también se nos nubla la vista y estremece el alma…”.

La parte más afectada de Celina fue la de Villa Recondo, la familia más castigada ha sido la compuesta por Francisco Aramburu, María Nieves Izurieta, su esposa, y Juan Francisco, Ramón José, María Nieves, Norma Ninón y Alba Aurelia, sus hijos, el mayor de 13 y la menor de 3 años. Todos sus hijos murieron, los padres los sacaron entre los escombros gravemente heridos, la casa humilde fue totalmente destruida. Un vecino, Luis Viviani, contaba: “Aramburu es un hombre trabajador, que vivía sólo para los suyos, el destino se ha ensañado con ese hogar, la muerte los sorprendió cuando dormían…”. Los testimonios continúan, tal es el caso del menor Roberto Mercado, quien ha perdido a su padre y a su abuela, Pedro Regalado Mercado, de 53 años, y Rosa Gregoria Mercado, de 70. Aparece en escena Adolfo Ronsevó, húngaro, de 42 años, que también había perdido su casa, le contaba al cronista: “Eran, no recuerdo bien qué hora, cuando sin poder explicarme, me encontré transportado hasta la mitad del campo. Había sido arrancado limpiamente de la cama. La noche era de una negrura impenetrable. Sabía que estaba a pocos pasos de mi hogar, pero no podía ver ni a un metro. Cegado por la lluvia y alejado por el viento, toda vez que quería pararme, llame a gritos a mis hijos, y pude guiarme por sus ayes de dolor, para llegar arrastrándome hasta la casa. Mi hijo Saúl, de 10 años, y mi nena María, de 11, me clamaban para que los sacara de la prisión en que se hallaban, pues habían sido atrapados por los muebles. Al tanteo pude

auxiliarlos, a ellos y a mi señora, que también me pedía auxilio. Felizmente, la tragedia que presentí fuera mayor, terminó dejando a mis pequeños, sólo algunas contusiones y a mi mujer una herida en el rostro”. También han perdido sus viviendas: el pulidor Hermógenes Esquivel, con dos hijos, el conductor de carros Antonio Valentín Francia, con esposa y 4 hijos. El jornalero Julio Rosa, de la calle Álvarez (hoy González) y Unanué decía: “No sé cómo me he salvado de ésta, serían más o menos las dos, cuando el viento volteó mi rancho, apretando a toda mi familia, yo, mi esposa y mis dos hijos. Pudimos salir gracias a que las chapas y las maderas fueron sostenidas por una pared de ladrillo. Pero he quedado en la más completa indigencia”. Otro vecino, hermano de Doña Alcira (más conocida por La Gaucha), Benito Enrique Díaz, fue sorprendido también con el derrumbamiento de su casa. Su esposa sufrió una conmoción cerebral al ser golpeada por una estantería, pero sus hijos, Blanca Haydee, de 4 años, Benito Enrique, de 2, Marta Luz, de 1 y María Rosario, de 6 meses, resultaron milagrosamente ilesos.

Cuando la noticia llegó a la comisaría 48 de Villa Lugano, salieron inmediatamente destacamentos de bomberos que cooperaron eficazmente en la tarea de salvar a muchas personas sepultadas por los derrumbamientos, las que fueron trasladadas al hospital Salaberry de capital, donde se mantuvo un servicio permanente para atender a los heridos. También  correspondió a la comisaría del Partido de La Matanza, una parte relevante en esta misión de auxilio. En uno y otro caso la tarea de los soldados y bomberos llegó a veces providencialmente para evitar la muerte por asfixia de infortunadas familias.

 

Datos y fotos extraídas del Periódico Ilustrado AHORA en su edición del 8 de febrero de 1947.

Un agradecimiento especial a Carlos Ridruejo

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Entrevista: Pity Álvarez “Todo se fue dando sin pensarlo”

Entrevista: JORGE SOSA Observar y comprender Ciudad Sagrada de Quilmes

RICARDO CELMA : LOS PILARES DEL ARTE