Historia del virus del moquillo Por Dr. Néstor Bonaiuto (Médico Veterinario)






La interesante historia del moquillo canino y la enfermedad que produce se inicia con los virus que le dieron origen: el de la peste bovina y el del sarampión humano. Estos virus en la actualidad corresponden científicamente a la familia Paramyxovirus del género Morbillivirus. El primero de éstos se pudo haber originado a partir de bovinos en Asia, ya que, se ha conocido que al menos hace 3,000 años, ocurrieron plagas devastadoras en el ganado indicativas de ser la peste bovina; esta enfermedad se diseminó ampliamente de Asia a Europa como resultado de epizootias repetidas. En algunos textos griegos y romanos fechados alrededor del año 376 a.C. informaron descripciones de epidemias clásicas de peste bovina. (14,17)

A partir del estrecho contacto entre los bovinos y los seres humanos que los criaban, se ha acreditado que las personas se infectaron con el virus de la peste bovina y enfermaron, produciéndose así la infección inter-especies que dio origen al sarampión humano. La primera descripción de la infección de sarampión en humanos fue hecha por el médico persa Rhazes, durante una epidemia contemporánea aproximadamente en el año 900 a.C. (7, 14, 17)

Las principales epidemias reconocidas de sarampión, ocurrieron en el Imperio Romano y en China durante el siglo I de nuestra era. En los siguientes siglos se reportaron varias epidemias de sarampión en Europa, siendo las más severas las ocurridas en los siglos XVIII y XIX. (18)

Con la llegada de los españoles al continente americano en el periodo denominado: “la conquista”, introdujeron al continente, además de la viruela en 1520, el sarampión alrededor de los años 1530 a 1531. Y aunque la mortalidad no fue tan alta como la de la viruela, el sarampión causó verdaderos estragos, principalmente entre los niños americanos (17). ‘Tepitonzahuatl’ (pequeña lepra) fue el nombre que los aztecas le asignaron a esta enfermedad, que se propago en todo el continente, diezmando poblaciones enteras, incluidas las del Imperio Inca, en los andes suramericanos. (15)

El primer reporte en la historia científica del distemper canino fue realizado por el científico Don Antonio de Ulloa, un miembro de la Misión Geodésica Francesa de 1735, que tenía como fin medir el ecuador de la tierra. Él fue quien observó la enfermedad en Ecuador y Perú y describió hallazgos de encefalitis por el virus de moquillo canino, reportando que los perros con signos neurológicos no eran agresivos como en los perros con rabia y que la enfermedad no era transmitida por mordida. Asimismo, refirió que la enfermedad empezaba con depresión y pérdida de apetito antes de progresar a convulsiones, vómito con sangre, debilidad e incapacidad para mantenerse de pie. Observó que los perros que se enfermaban tenían menos de un año de vida y que si se recuperaban nunca se volvían a enfermar.

Uhl E. y colaboradores después de realizar un estudio paleopatológico interdisciplinario llegaron a la conclusión de que el virus del moquillo canino se originó como un patógeno epizoótico en Suramérica, después de la infección y adaptación del virus de sarampión en los perros, como consecuencia de las epidemias de sarampión entre los indígenas suramericanos, durante el periodo de colonización de América.

El virus del moquillo canino fue introducido a Europa en 1760, específicamente en España, resaltando la epizootia de 1763 en Madrid en donde murieron 900 perros en un solo día; para 1764 la enfermedad se diagnosticó en la Gran Bretaña e Italia y en Rusia en 1770.



Antonio de Ulloa reportó en 1767 una epizootia de moquillo canino en Louisiana, cuando era gobernador español; dando muestra así de que el virus ya había sido diseminado a Norteamérica

El médico británico Edward Jenner, en 1809, escribe uno de los primeros artículos científicos sobre moquillo canino resaltando que la enfermedad era desconocida en Europa antes de la primera mitad del siglo XVIII, reconoce la naturaleza infecciosa de la enfermedad y la transmisión por fómites, identificó la gran susceptibilidad de los cachorros respecto a los perros adultos, diferenció el moquillo de la rabia y afirmó que no era contagiosa para el ser humano.

En 1844, Karle realizó con éxito la primera inoculación experimental de la enfermedad, cepillando los labios de perros jóvenes con la descarga nasal de perros enfermos.

En 1861, el químico francés Louis Pasteur realiza una serie de experimentos que cancelan definitivamente la teoría de la generación espontánea y da origen a la bacteriología y la infectología.

Estando la bacteriología en auge incipiente un gran número de investigadores intentaron asociar la etiología del moquillo con bacterias.

Beijernick fue el primer científico en describir las características de una entidad infecciosa acelular que denominó virus. Así, los estudios del virus del mosaico del tabaco tomaron un valor determinante para el origen de la nueva área de estudio: la virología. En una pequeña serie de pasos desde Mayer a Ivanovsky a Beijernick, el concepto de un agente filtrable, muy pequeño para ser observable al microscopio de luz, que no crece en cultivos bacterianos ni micóticos, pero es capaz de causar enfermedad multiplicándose en células y tejidos vivos, había nacido. En ese contexto el veterinario francés Henri Joseph Carré encontró un agente filtrable en las descargas nasales serosas de perros enfermos de moquillo canino. El veterinario francés-argentino Joseph Lignières ratifica, en 1906, el trabajo de Carré confirmando que moquillo canino era producido por un virus. La controversia respecto a la etiología viral o bacteriana del moquillo canino se mantuvo vigente al iniciar el siglo XX. El médico veterinario inglés GW Dunkin y el médico escoses Patrick P. Laidaw, en 1926, ratifican conclusivamente que la enfermedad del moquillo canino es producida por un virus, confirmando el hallazgo de Carré, veintiún años antes.

Con el paso de los años la cantidad de especies animales afectadas por el virus del moquillo canino parece irse ampliando por el efecto de infecciones inter-especies y la posible recombinación viral. Actualmente se conoce la transmisión inter-especies en hurón, marta, visón, nutria, glotón, tejón, panda menor, coyote, dingo, perro mapache, lobo, zorro, zorrillo, coatí, kinkajú, mapache, oso, panda gigante, panda menor, binturong, fosa, linsang, gato de algalia, mangosta, suricato, chita, león, jaguar, margay, ocelote y foca. Se ha documentado infección subclínica en el elefante asiático.

A pesar de la gran amplitud de huéspedes, el perro es el principal huésped del moquillo canino y puede actuar como reservorio de la infección para los animales silvestres y potencialmente para el ser humano.

Mi humilde opinión, desde ya, a años luz de estos genios de la medicina: ¡Por favor sigan vacunando para prevenir esta incurable y dolorosa enfermedad!!!

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