TANGO ARGENTINO SÍMBOLO de BUENOS AIRES Por Alcides Ferrari


En nuestro sub-mundo del tango al igual que en otros movimientos sociales y culturales, ocurre que muchos de sus personajes se identifican sin necesidad de mostrar su D.N.I., tan solo con un mote, un sobrenombre o alguna frase referido a su quehacer, es suficiente para que todos sepamos de quien se trata. (Por ejemplo: si decimos “El morocho del Abasto”, todos los tangueros y muchos que NO lo son, sabemos que hablamos de Carlos Gardel, auténtico ídolo popular desde hace varias décadas).

Siguiendo ese hilo podemos mencionar a grandes músicos, cantores, poetas y hasta orquestas sin decir su nombre, porque en su actividad se destacaron por su ingenio y talento sobre sus pares, de tal manera que marcaron una diferencia que los hace únicos privilegiados del gusto de su población.

Así podemos hablar de un monstruo mítico que por capacidad al tocar su instrumento muy tanguero, le daba un sonido que aún hoy nos dibuja en nuestra imaginación a recuerdos añejos del “Buenos Aires de los cien barrios porteños”… tienen semejanza a la pelota de goma retumbando en el cordón para hacer “una pared” en el picado de la cuadra, o al martilleo de la cubierta con su banda blanca de la coupe Ford sobre el gris adoquín de cualquier empedrado, o al perezoso quejido de la puerta del zaguán que acompañaba el taconear de una pebeta recibiendo a su galán, o al chasquido burlón de la floja baldosa, y también (porqué no) al silbato del “botón” de la esquina que acompañaba el callejero murmullo al regreso de la milonga, que siempre desgranaba algún silbido o eufóricos griteríos.

También convergen en su música la evocación de los patios de pisos dibujados, perfumados por el colorido malvón que escuchaba la algarabía de los bailes en esas casonas de familia o el susurro con promesas de amor de una pareja apoyada en una de sus columnas o sentados bajo el corredor.

Todos estos sonidos son los que desgranaron los acordes de su bandoneón y ese es su mágico misterio que lo hizo ganar el gusto de su pueblo, que lo convirtió en un símbolo de Buenos Aires.

Estoy escribiendo de la persona que para identificarlo solo hace falta leer: “dicen que me fui de mi barrio, pero ¿cuándo? / Si siempre estoy llegando..." (Del poema Nocturno de mi barrio), unos lo llaman PICHUCO, otros más formales dicen que es: Aníbal Carmelo Troilo (bandoneonista músico, director y compositor) que nació un 11 de julio de 1914 ((justo ahora 100 años).

En TODOTANGO Eugenio Mandrin dijo “La Av. Corrientes se ensanchó porque le quedaba angosta. Él le enseñó a cantar a los mudos y mirar la ciudad a los ciegos, porque tocaba el bandoneón con el corazón”. Y Néstor Pinzón escribe “Como ejecutante del bandoneón no fue un estilista como Pedro Maffia, ni un virtuoso como Carlos Marcucci, ni un creador múltiple como Pedro Laurenz, ni un fraseador como Ciriaco Ortiz. De todos tuvo algo y fue, fundamentalmente, él mismo…”.

Cuando tenía 10 años su madre (Felisa) compró por 120 pesos su primer fueye y a los 11 se presentaba por primera vez en público. En sus comienzos se hizo al lado de Emilio Vardaro, Ciriaco Ortiz, Osvaldo Pugliese y formó parte en las orquestas de Juan Maglio (Pacho), Alfredo Gobbi (hijo), Julio De Caro, Lucio Demare, Juan D´Arienzo, Luis Petrucelli, Ángel D´Agostino y otros. Aníbal Troilo debutó con su orquesta en el Marabú (Cabaret de la noche porteña, ubicado en Maipú 359), fue el 1º de julio de 1937, teniendo como cantor a Francisco Fiorentino y Orlando Goñi al piano, quien con una marcación ajustada a distintas circunstancias, permitiéndole notas desligadas, prevaleciendo los “bajos bordoneados”, la participación del cantor durante todo el tema y sumando a esto su experiencias con los grandes citados, le definieron un estilo punto medio entre D´Arienzo y Fresedo. Pichuco impuso nuevamente los “dos vocalistas” en las orquestas, hecho que años antes lo hizo sin mucho éxito Fco. Canaro al incorporar a Ernesto Famá y Fco. Amor. Luego fue una norma.

En su extensa trayectoria musical grabó 485 temas editados (La mayoría con sus distintas orquestas, otras con el famoso guitarrista Roberto Grela (que fueron primero 12 y luego 10 más). Con el cuarteto Aníbal Troilo dejó 12 temas, más 2 tangos “El Motivo” y “Volver” grabados en dúos de bandoneón con Astor Piazzola y seguramente hubo algunas otras que no llegaron al público.

Bajo su batuta pasaron importantes músicos (Especialmente pianistas que luego fueron directores de orquestas), que junto a sus numerosos cantores integraron las orquestas que hicieron bailar a los milongueros de ayer… y hoy seguimos bailando con sus discos bajo el compás de su ritmo único.

En el teatro Odeón, un 17-mayo-1975 bajo el cartel “Simplemente Pichuco” hizo su último trabajo. La noche siguiente (18-Mayo) su alma llegó a una esquina de la Av. Corrientes y bajo la mortecina luz de un farol amigo, dejó su bandoneón junto al rojo buzón… porque… Pichuco había partido. Con un abrazo milonguero los saluda Alcides Ferrari ---------- prodtango@hotmail.com Blog en Google, ENTRAR con un clic en: http://www.milongueroybailarin.wordpress.com”

(Contiene Artículos del Tango Argentino (sus particularidades y las de músicos, cantores, poetas y otros personajes), Letras de Tangos Propios, Páginas Amigas de Tango, Anécdotas de Tangueros, Listado de Enseñantes y Prácticas de Tango, Listado de Salones Bailables y Fotos.)

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