AVANCES Y RETROCESOS Por Marisa Torres


Estábamos ascendiendo en una aerosilla hacia la cima de un cerro, cuando dos hombres en sentido inverso se permitían filosofar en voz alta, haciendo intervenir de alguna manera, a quienes se cruzaban con ellos. La pregunta quedó flotando en el aire: ¿Se trata de una evolución o de una involución?, dijo uno de ellos, con cierta humorada que, hizo sonreír a más de uno. Lo cierto es que aunque uno esté de vacaciones e intente distenderse de todo pensamiento abrumador, no puede dejar de reflexionar, más aún cuando el escenario es propicio para ello. Quien ha experimentado la fuerte emoción que produce ser testigo de un paisaje majestuoso, de una naturaleza inconmensurablemente bella, sabe que uno no puede menos que agradecer, te abstraes por un instante de quienes te rodean y te sentís uno con el universo, con Dios, con la creación, en fin, sentís lo irreductible de la condición humana y nuestro posicionamiento en el mundo como tal.

Ahora bien, hablar en términos de evolución e involución, resulta un poco difícil, si nos remontamos a la historia de la humanidad, podemos ver grandes saltos evolutivos, bien diferenciados, que nos permiten hoy día ser quienes somos, una suerte de mutación a fin de adaptarse al medio, una transformación, casi diría, inconsciente. Hoy podemos hablar de una revolución en la conciencia humana, a partir de aquí es el hombre el que decide en gran medida, con sus acciones, su propia supervivencia en el planeta. No obstante, a juzgar, por los logros obtenidos en cuanto a adelantos tecnológicos de hoy día, podemos decir que evidentemente hemos evolucionado, aunque algunos de estos encierren grandes paradojas, sin embargo nuestro desconocimiento del mundo natural, nuestra torpeza para distinguir un “yuyo” de una “planta medicinal”, por ejemplo, nos hace pensar y valorar la sabiduría que poseían los pueblos originarios y la estrecha relación que estos tenían con la naturaleza que habitaban. Tal vez, la pregunta sea si la distancia que nos separa de esa sabiduría ancestral, si la ruptura con el mundo natural es en si misma una involución para nosotros, que necesitamos de medios mecánicos para trepar un cerro. Si es este alejamiento del mundo natural lo que nos ha vuelto tan superficiales, artificiales y lo que ha vuelto a la vida carente de significado, y es en este vacío existencial donde la parafernalia de la tecnología no nos da ninguna respuesta. De todos modos creo que resulta menos pretencioso hablar en términos de avances y retrocesos, estos parámetros nos sirven para saber donde estamos parados como sociedad, justamente la historia se inscribe entre estas dos polaridades y, por cierto no siempre se avanza, podemos observar que la sociedad humana está en franco retroceso, si pensamos por ejemplo en las condiciones paupérrimas de trabajo sumado a un resurgimiento de la esclavitud, el grado de intolerancia racial, la discriminación sumada a la violencia cotidiana.

Nos damos cuenta que la lucha que debemos librar requiere de un potencial poco explorado, mas que de las herramientas tradicionales a las que venimos acostumbrados, ya que estas no nos garantizan ningún avance. El camino posible que debemos emprender no está en el afuera sino más bien en nuestro corazón.

¿Cuál es el paso que debemos dar para avanzar como sociedad humana?, pues justamente tratar de volvernos más humanos, desarrollar nuestra capacidad de ternura, AMAR, tal vez éste sea nuestro último destino.

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