Elogio de la Afirmación (1) Por Miguel Grinberg



1. Lo notemos o no, estamos en un momento crucial de la experiencia humana en la Tierra. No se trata de una apreciación ideológica ni económica. No es la opinión de un grupo intelectual ni la propaganda de un nuevo modelo de teléfono celular. Ante nosotros aparece una encrucijada que nos exige la definición total de nuestro itinerario como especie. El famoso Homo sapiens debe ahora elegir entre retroceder a épocas oscuras de su evolución o a proyectarse hacia una gama más refinada de experiencias y realizaciones en este planeta y en el universo circundante. Debe elegir un nuevo rumbo, consciente y responsablemente.

2. Wikipedia, la enciclopedia libre, nos dice: “Los seres humanos (a veces llamados genéricamente hombres, aunque ese término puede aplicarse también específicamente a los individuos de sexo masculino) constituyen, desde el punto de vista biológico, una sola especie: Homo sapiens. En el pasado, el género homo fue más diversificado, y durante el último millón y medio de años incluyó numerosas otras especies. Desde la extinción del Neandertal, hace unos 30.000 años, el Homo sapiens es la única especie superviviente del género homo.”

3. Y un poco después, agrega: “El nombre científico alude al rasgo biológico más característico: sapiens significa "sabio" o "capaz de conocer", y se refiere a la consideración del hombre como «animal racional», al contrario que todas las otras especies. Es precisamente la capacidad del ser humano de realizar operaciones conceptuales y simbólicas muy complejas —que incluyen, por ejemplo, el uso de sistemas linguísticos muy sofisticados, el razonamiento abstracto y las capacidades de introspección y especulación— uno de sus rasgos más destacados.”

4. Propongo abrir ahora cualquier diario de la mañana. La mayoría de las noticias exponen a este ser singular reaccionando de manera eminentemente “animal” con características bovinas (relación con la mansedumbre del buey, el toro o la vaca), vulpinas (relativo a los zorros) o simiescas (semejante al simio). En condiciones apropiadas, la muchedumbre tiende a comportarse como manada o como jauría. En el primer caso, se resigna a los peores maltratos. En el segundo, es capaz de una ferocidad destructiva sin igual (por ejemplo, durante las guerras). Abundan historias al respecto durante los siglos transcurridos hasta aquí.

5. En la realidad individual y colectiva se presentan infinitas polaridades que es posible agrupar en dos grandes grupos: valores destructivos (beligerancia, vandalismo, depravación, grosería, etc.) y valores constructivos (paz, belleza, devoción, armonía, etc.). Esto lo podemos verificar en cualquier instante, tanto en nuestro contexto laboral o familiar, y también en los argumentos de las series o las películas que ofrecen sin cesar 200 canales de televisión por cable.

6. Los estudios de Carl G. Jung sobre las funciones psicológicas enfocan cuatro vías de comprensión abarcadora: el pensamiento, la intuición, el sentimiento y la sensorialidad, que eventualmente se manifiestan mediante dos características: la introversión y la extroversión. En su libro La urgencia de cambiar, Jiddu Krishnamurti se refierió al hecho de ser aprisionados por nuestros problemas y expresó: “Cuando algo se convierte en un problema somos atrapados por la necesidad de solucionarlo, y eso puede volverse una barrera para una mayor exploración y entendimiento.”

7. Así como la humanidad superó a grandes rasgos el canibalismo y el incesto, ahora nos toca un compromiso mayor: trascender las tendencias homicidas. El pasado siglo XX consistió en un paroxismo infernal de matanzas, genocidios y otros exterminios abominables. Al mismo tiempo, la aglomeración en metrópolis condicionó a muchos organismos humanos induciéndolos a la nulidad existencia. He allí la plaga que necesitamos superar para trascender este momento canalla de la vida social imperante.

8. El filosofo Lewis Mumford nos dijo en 1956: “La principal tarea del hombre consiste hoy en crear un nuevo ser, adecuado para dirigir las fuerzas que actúan ahora tan sin rumbo y no obstante tan compulsivamente. Este nuevo ser necesariamente ha de considerar como terreno propio el mundo entero, conocido y conocible, y no ha de intentar imponer una uniformidad mecánica sino que ha de dar lugar a una unidad orgánica, basada en la utilización más completa de todos los diversos recursos que tanto la naturaleza como la historia le han revelado al hombre moderno. Esa cultura no sólo se nutrirá de una nueva visión del todo, sino también de una nueva visión de un ser capaz de comprender y cooperar con el todo. En resumen, ha llegado el momento de otra gran transformación histórica. Si retrocedemos ante este esfuerzo, elegimos tácitamente el substituto posthistórico.” Que fue muy bien retratado por la película Matrix.

9. Se multiplican por doquier manifestaciones ciudadanas que repudian esto o aquello, gritando NO a los cuatro vientos. Se trata de una conmoción dentro de una jaula. Es hora de encarnar un SI a lo que queremos poner en el lugar de lo que negamos, dándole realidad progresiva con un compromiso de invención y afirmación. Pacientemente, como la gota que horada la piedra.

10. En el pasado, esta labor la encarnaban individuos aislados, “puntos singulares” del itinerario evolutivo de nuestra especie. En vez de expansión y conquista, preconizaban el “cultivo intenso”; en vez de clamar por “libertad de” sostenían “libertad para”; en vez de bregar por el poder, la gloria o el dinero, proponían la fusión de todo el saber y los valores existentes para crear un plan de vida completo. Hoy tenemos en este planeta un quórum espléndido de seres humanos que sienten en su respiración tal rito fundacional. Con una irrevocable vocación de contagio.

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