Parte 4 - Unión del Riachuelo y Celina Central (S.V.U.R. Celina Central)





Eduardo Alvarado recordó el lugar donde se cortaban los ladrillos que edificaron el club, para valorizar el esfuerzo mancomunado de los vecinos.

Cosentino entonces desató la primera de una serie de previsibles y pequeñas controversias ¿cuántas veces será menester repetir que la memoria es arbitraria y que veníamos a amasar tal arbitrariedad? recordando que el primer horno de ladrillos se hizo al lado de la antigua comisaría ¿vereda impar de Chilavert al 1800? –Frente a lo de Robutti- en el año 43 o 44.

Fue un acontecimiento vecinal la primera quema de esa hornalla, en el que los vecinos sacábamos los ladrillos llamados “media cal”, es decir los mal cocidos para tirarlos sobre Chilavert, de forma que los camiones que transportaban ganado desde Los Tapiales hasta el Mercado de Hacienda los convirtieran en polvo, que después de zarandeado, serviría para la argamasa de las paredes del Club cuya sede estaba enfrente de la actual ¿vereda par de Rivera al 2300?

Las pequeñas controversias no eran para asustar a nadie, servían para fijar detalles en la memoria vecinal, lo que sí estaba consolidado era el recuerdo de quienes hicieron posible la Unión de la que había hablado Gianoli, efectuada en 1940 gracias a un aporte extraordinario del Sr. Juan Robutti -un pionero-, quien facilitó los actuales terrenos para la institución a pagar en cómodas cuotas -muy cómodas- y a escriturar según las posibilidades del club. También se nombró gente que trabajó arrimando ladrillos: los Gandulfo, los Acosta, los Sobrero, según Cosentino, esa gente no amasaba ladrillos sólo con las manos sino con el corazón.


Don Juan Robutti y la salita de primeros auxilios

José Alfarano nos contaba que la primera sala de primeros auxilios fue fundada por Juan Robutti, él se encargaba de conseguir las vacunas contra la viruela, difteria, etc. “Hay un recuerdo de Don Juan Robutti que quería compartir –decía Nicolás Cosentino-, cuentan que Don Juan cuando se sabía que no había vacunas en la salita, se iba hasta La Plata para ver al Secretario de Salud, cuando llegaba le preguntaban si estaba agendado para hablar con el Secretario, él decía que no, y la secretaria le decía que si no estaba agendado no lo podía atender, entonces él se sentaba a esperar 6/7 horas y no se movía del lugar, hasta que la secretaria le decía al Secretario de Salud que afuera había un Señor que insistía con verlo, Juan Robutti volvía con las vacunas al barrio...” Luis Souto agrega algo, para seguir definiendo la personalidad de Juan Robutti: “Recuerdo que había un médico en la salita que no cumplía con los horarios, después de elevar a la Intendencia una queja al respecto, deciden cambiarlo, enterado de esto Don Juan se va hasta la Municipalidad, y casi sin permiso consigue entrar en el despacho del Intendente, para decirle que no lo cambiara, pero que le haga cumplir los horarios...”



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