Entrevista: NICOLAS COSENTINO Un homenaje al querido maestro



Nicolás Cosentino es uno de esos vecinos que nació y creció en nuestro barrio, y hasta en los momentos más difíciles nunca pensó en irse de Villa Celina, muy por el contrario siempre estuvo poniendo el hombro, y además su corazón y enseñanza.

Nicolás fue uno de los maestros más respetados en la Escuela Nº 14 (hoy 137). Muchos lo han tenido como tal y es el día de hoy que lo recuerdan con cariño, él dice que sólo cumplía con su vocación, pero el tiempo dice que el amor que le ponía a su trabajo desbordaba y contagiaba de amor a sus alumnos.

Un hombre lleno de vivencias, el maestro recuerda a dos personajes que lo han marcado a lo largo de su paso por la escuela: “El primer recuerdo y también una sorpresa fue encontrar a la Sra. Dominga Castro (Doña Dominga), un personaje extraordinario, lleno de ternura y además una trabajadora incansable, ella había sido portera en mis primeros años como alumno y luego al volver como maestro lo bueno fue volver a encontrarla, el segundo personaje fue un director de la escuela, Alfredo Horacio Corazza, un hombre lleno de gratitud, capacidad, compañerismo y compromiso”.

De su padre mamó la cultura del trabajo, de sus vecinos un alto grado de solidaridad, y la vida misma le enseñó a tener un gran respeto por el prójimo, algo que en estos tiempos no abunda en lo cotidiano en nuestra localidad.



CV: Si es lector de nuestra revista sabe que tengo la costumbre de comenzar hablando de la infancia, el lugar que nos marca para siempre. Qué imágenes, qué recuerdos llegan de esa etapa?

NC: “Mi infancia transcurrió, como toda mi vida, en la hoy Ciudad Celina, entre los juegos típicos de aquella época (Fútbol, bolitas, hoyo pelota, etc.), y las obligaciones (estudios primarios y la colaboración con las actividades del comercio de mi padre, la carnicería. Uno de los recuerdos más importantes fue cuando sonaban las sirenas y la algarabía de la gente, al iniciarse el fin de la segunda guerra mundial. Fue algo indescriptible. Otro que marcó para siempre, fue la muerte de mi padre, cuando apenas tenía 12 años. Destaco de esa etapa: la solidaridad, el valor de la palabra empeñada y la cultura del trabajo (creo que modestia aparte la practiqué siempre)”.



CV: Su padre, uno de los vecinos pioneros de Celina, supo tener el primer matarife que a su vez era carnicería con venta al público… Qué recuerdos llegan de esa época?

NC: “Mi padre, del que guardo un gran recuerdo fue un trabajador compulsivo, comprendió siempre al necesitado (no nos olvidemos que en esa época los vecinos eran de clase trabajadora que, en algún momento atravesaron dificultades), y él los ayudó acercándoles un pedazo de carne sin cargo o facilitándoles el pago de su compra como pudiese…”.



CV: Cuándo descubre que su vida iba a estar dedicada a la docencia?

NC: “En el año 1951, cuando cursaba tercer año, hasta ese momento mi intención era ser ingeniero. Recuerdo que nos visitó el director de la Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta”, nos habló de la importancia de la tarea del docente y de la falta de varones en ella, sus palabras calaron fuerte en mí…”.



CV: Desde y hasta qué año ejerció como maestro?

NC: “Me desempeñé como docente en escuelas estatales desde el 13 de abril de 1955 hasta el 29 de febrero de 2000”.



CV: Cuántos años estuvo en la Escuela Nº 14 (hoy 137)?

NC: “En la Escuela Nº 14 (hoy 137) tuve dos etapas, la primera como alumno (años 1942/43), y la segunda como maestro (años 1971/74)”.



CV: Muchos vecinos del barrio lo recuerdan como el “maestro ejemplar”. Cómo era el trato con los alumnos para que ese recuerdo hoy sea tan grato?

NC: “Debo destacar la cooperación incondicional de la comunidad, la calidez de los padres y el compromiso de los alumnos, a los que consideré como mis hijos, y cumpliendo con mi vocación logré el aprecio de todos”.



CV: Villa Celina, un barrio, localidad, ciudad, que se fue haciendo “a pulmón”, con el sacrificio de muchos vecinos… Cómo vivió y cómo vive hoy los tantos cambios que se fueron dando con el paso del tiempo?

NC: “Destaco que en los primeros tiempos todo se hizo a pulmón, cuando un vecino iniciaba la construcción de la vivienda la comunidad colaboraba con él sin reparar en tiempo y esfuerzo. A mí me tocó también colaborar y sentí una gran satisfacción al ser solidario. El paso del tiempo modernizó a nuestra villa (dato positivo), pero perdimos el saludo cordial, el mate en la vereda, la preocupación por lo que le pasa a nuestro vecino, etc.”.



Entrevista: Carlos Romano

Foto: Romano

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